El esgrimista y actor instruyó a los actores y montó las coreografías de ´La guerra de las galaxias´, ´El señor de los anillos´ y ´La princesa prometida´.

Captura de pantalla

 

Bob Anderson es uno de esos mitos de Hollywood que nadie conoce por su nombre y sí por su trabajo. Con sus coreografías de esgrima, Darth Vader le cortó la mano a Luke Skywalker en Star Wars, en la trilogía de El señor de los anillos cada "cultura" tiene su estilo de lucha y en La princesa prometida se pudo ver uno de los mejores duelos de la historia del cine, entre dos espadachines diestros que se hacen pasar por zurdos. Esgrimista -participó en los Juegos Olímpicos de 1952- y actor, Anderson falleció el 1 de enero a los 89 años.

Nacido en 1922 en Gosport, al sur de Inglaterra, con 20 años representó a Gran Bretaña en los Juegos Olímpicos de Helsinki, donde consiguió una meritoria quinta plaza, y en los Mundiales del 50 y el 53.Fue durante la celebración de los Juegos cuando fue reclutado por Hollywood para ayudar al actor Errol Flynn en las escenas de esgrima de El señor de Balantry (1953) y Espadas cruzadas (1954).

Comenzó su carrera en el cine como doble de actores en escenas de lucha en películas como Los cañones de Navarone (1961) o Desde Rusia con Amor (1963), y acabó siendo un maestro de la esgrima cinematográfica: Barry Lyndon (1975), la trilogía original de La guerra de las galaxias (1977-1983), Los inmortales (1986), La princesa prometida (1987), La máscara del Zorro (1998), la trilogía de El señor de los anillos (2001-2003) o el Alatriste (2006) de Díaz Yanes.

Precisamente Alatriste fue su último trabajo. Díaz Yanes, en conversación telefónica, recuerda cómo fue trabajar con él: "Era un genio, fue maravilloso. Un inglés auténtico, pero con retranca". El director recuerda con cariño no solo la ayuda recibida como maestro de armas, sino lo mucho que todo el equipo aprendió del cine en general con él y cómo colocar las cámaras para rodar las escenas: "No ocultaba nada, al revés, lo explicaba todo. Aprendimos mucho de cine con él". La adaptación de la obra de Arturo Pérez Reverte fue el último trabajo de Anderson, cuando ya estaba enfermo de cáncer.