Aerosmith tocó por segunda vez en la capital y dio un gran espectáculo repasando sus cuarenta años de carrera músical

RPP

El público que asistió al estadio de San Marcos no podía esperar, todavía quedaba en muchos el buen recuerdo del primer show. Por eso pasadas las nueve de la noche, comenzó a escucharse el pedido unánime "Aerosmith, Aerosmith".

Se comenzó a observar movimiento en el escenario oscuro y cubierto por un telón negro. Eran las nueve y 15 de la noche y poco a poco fueron apareciendo los integrantes de la banda por detrás de la gran cortina, sólo sus siluetas eran suficientes para causar la feroz respuesta del público.

Y parecía que los Aerosmith tenían preparado un concierto agresivo y directo, sin baladas; "Draw the line" fue el primer tema de la noche, una canción fuerte, con gancho y muchos gritos del buen Steven Tyler.

Sin embargo la cosa no quedó ahi, el show continuó con "Same old song and dance" y "Mama Kin", dos temas movidos de los primeros discos de la banda, traídos desde los setentas para alegría de los fans.

Luego dos de las canciones más festejadas por el respetable: "Dude (looks like a lady)" y Eat the rich; sobre el escenario y la pasarela armada para la ocasión, Tyler y compañia derrochaban energía, ganas y experiencia.

Hasta aquí, la fiesta era masiva; pero una banda con más de 40 años de carrera siempre sacará temas que pocos, muy pocos conocen; es así que escogieron "Chip away the stone" y "One way street", una buena oportunidad que se agradece.

Un sonido tribal, simple: bombo y pandereta dejaban anticipar lo que se venia: "Living on the edge", ese tema que parece no terminar y que es, al final, una reflexión de lo mal que va el mundo, imperdible.

Ya a la mitad del concierto, un buen sólo del baterista Joey Kramer quien, luego de redobles imposibles y de tocar los tambores junto al mismo Steven Tyler, usó hasta las manos y la cabeza para arrancar aplausos y ovaciones del público.

En la segunda parte de la presentación, la intensidad bajo un poco; "Rag doll" y "Amazing" soprendieron a la audiencia pero la velocidad era distinta, las manos se agitaban de un lado a otro, canciones algo lentas pero no tanto. Sólo sería "What it takes" el único momento "feeling", la única balada de la noche.

Y así pasaron "Last child", un tema setentero y "Crying", un exitazo del album noventero "Get a grip". Joe Perry, primera guitarra, se puso a cantar el cover "Stop messing around" y para finalizar, dos temas que bien hacen caso a la frase "lo mejor para el final": "Sweet emotion" y  "Walk this way".

Hay que decir que se extrañaron temas como Hole in my soul, Fly away from here, Jaded, Love in the elevator, Train kept a rolling y muchos más. Las cifras lo confirman: sólo 16 temas. Sin embargo, queda claro que Aerosmith deja una frase para el debate: "De lo bueno poco".